El viernes 28 el Banco Central deberá transferir a los países acreedores agrupados en el Club de París unos u$s 2420 millones para no entrar en default. No lo hará. El marketing oficial dirá que aún existen 60 días adicionales de margen antes de acumular otro incumplimiento para la colección argentina. Pero desde el 30 comienzan a regir las penalidades y sobretasas fijadas en el acuerdo rubricado por Axel Kicillof en 2014.

Las esperanzas en el Gobierno pasan por lograr un mensaje constructivo del FMI que avale la postergación de pagos de los países acreedores. Lo que no comprenden los funcionarios es que los países acreedores son los mismos que deciden en el FMI. Alemania, Japón, Italia, Holanda, Estados Unidos, Francia, España, Canadá, Reino Unido e Israel figuran entre las naciones con acreencias.


Alberto Fernández, el último día de su tour por Europa, el viernes 14, destacó los "avances" con países acreedores y que iba a tener un contacto telefónico con Angela Merkel la siguiente semana (por la semana pasada). Ello no ocurrió. ¿Fue humo presidencial? Fuentes del Palacio de Hacienda aseguraron a El Cronista que el miércoles 26 se dará ese contacto entre mandatarios. Con Juan Domingo Biden ese intento ya se abandonó. Ni siquiera Guzmán pudo lograr un Zoom con Janet Yellen, su par norteamericana. No nos atienden el teléfono, lo cual es esperable en un país que ataca a las empresas norteamericanas y europeas, acusa al FMI de financiar a la oposición y apoya al grupo terrorista Hamas contra Israel.

En 2014, el mismo año en que Kicillof salió del default con el Club de París prometiendo cancelar toda la deuda en 2021, la marca de chocolates Milka, de Mondelez, lanzó una campaña publicitaria bajo el lema "El día que las vacas vuelen". Creada por la agencia Del Campo Saatchi & Saatchi, se invitaba al público a hacer promesas de difícil cumplimiento que deberían cumplir cuando las vacas volaran. El spot publicitario luego mostraba la emblemática vaca lila de la marca elevándose del suelo mediante globos. Las promesas debían cumplirse. No sería el caso del cumplimiento de la Argentina con sus acreedores.

En el staff del FMI la posición sobre la Argentina es muy clara: no van a firmar cualquier acuerdo. Para los funcionarios del organismo es más costoso firmar un acuerdo que luego explote a los pocos meses, que no firmarlo y así afrontar el costo de un default argentino. En otras palabras: un default argentino con el FMI es menos costoso para el staff que un acuerdo con bajas chances de que sea cumplido. En el staff ya empiezan a analizar y dudar incluso de la sostenibilidad actual de la deuda argentina, tras la reestructuración del 2020.

¿Se puede firmar un acuerdo con la Argentina cuando hay pocas chances de cumplir con los pagos de la deuda desde 2024 en adelante? ¿Se puede firmar un acuerdo con el stock de pases y Leliq del BCRA creciendo a niveles insostenibles? La base monetaria al 18 de mayo era de $ 2,5 billones y la suma de Leliq y pases pasivos del BCRA asciende a $ 3,7 billones. Es decir que hay una base monetaria y media en deuda del Banco Central. Preocupante. Hay más dinero prestado por bancos al BCRA que por bancos al sector privado ($ 3,4 billones). Lo único que falta es que en este contexto se culpe al sistema financiero por no prestar a público y empresas cuando en realidad es el BCRA que sale a retirar pesos de circulación con Leliq y pases. Durante la orgía monetaria del 2020, la entidad que preside Miguel �ngel Pesce giró más de $2 billones al Tesoro Nacional en concepto de "utilidades" y "asistencia".

Así el BCRA se quedó con la caja de herramientas vacía. Cuando surja alguna presión cambiaria no podrá subir la tasa de interés en pesos. Si la subiera, agravaría el problema dado que aumentaría el crecimiento de esa bomba de tiempo de Leliq y pases pasivos. Es el llamado déficit cuasifiscal o emisión a futuro. El BCRA está desnudo. Por ahora, la soja a u$s 580 esconde estos problemas de fondo que tiene la Argentina pero que se manifiestan en la inflación mensual. Cuando la marea baje, comenzará a notarse que el BCRA no tiene ni siquiera ropa interior. Hoy no se lo percibe.

La carne es otro ejemplo de cómo el propio Gobierno multiplica como panes los problemas. El precio de la hacienda de consumo subió desde el lunes tras la prohibición de exportar carne y el inmediato anuncio del paro del campo. No se envía carne al Mercado de Liniers hasta el viernes 28 como mínimo. Quieren cuidar la mesa de los argentinos pero la siguen vaciando. Directa o indirectamente, es un beneficio para los mataderos marginales como los frigoríficos provinciales y cooperativas de trabajo que tienen personal en negro y condiciones sanitarias paupérrimas. Quien sabe de estos temas, y de estos mercados con "vacas blue", una planta ubicada en Cañuelas por ejemplo, es Alberto Samid. Paula Español es la autora intelectual de la medida, mostrando que tiene más poder en el Gobierno que los ministros Kulfas y Guzmán. Todos se alinean en el discurso, incluso el propio Alberto Fernández.

La secretaria de Comercio Interior, una variante del "Guillermo Moreno-07", un virus que azotara la economía argentina desde la primera gestión del cristinismo, es la que presiona a quienes compran en el Mercado de Liniers subiendo el costo de la hacienda de consumo. Como el dólar y el cepo, la vaca pasa a operarse en el mercado "blue", lejos de los controles oficiales.

Los precios en la Argentina, más allá del retraso del dólar oficial, seguirán en alza ante la ausencia de un plan fiscal y monetario. Además debe ser creíble. Hoy no existe. Y de existir sería poco creíble. En parte esa credibilidad la puede dar un acuerdo con el FMI, hoy lejos. Mientras los precios seguirán subiendo como las vacas de la publicidad. Y como el precio de la carne. Esas vacas sí vuelan en la Argentina.

Fuente: cronista.com