La psicóloga Nadia Turkenkopf explica su importancia y cómo a medida que los niños crecen, las normas y reglas deben adaptarse a su desarrollo emocional y cognitivo, fomentando la autonomía.
En tiempos en los que la crianza está en debate permanente y las redes sociales multiplican opiniones, técnicas y tendencias, las preguntas se acumulan: ¿cómo poner límites sin autoritarismo? ¿Sirven los castigos? ¿Se puede educar sin decir “no”? Para aportar claridad, la psicóloga y psicoterapeuta Nadia Turkenkopf, psicologa, psicoterapeuta, directora de Altue Espacio Cognitivo, explicó cómo cambian los límites según la etapa de desarrollo de los hijos y por qué son fundamentales para construir criterio y autonomía.
¿Información sobra? Lo que falta es criterio
Turkenkopf advierte que el contexto actual de crianza es muy distinto al de décadas pasadas: “Los chicos hoy no necesitan tanta información de los padres porque les sobra. Lo que necesitan es que los acompañemos a construir criterio: aprender a pensar, razonar y elegir lo que es bueno para ellos”. Ese, asegura, debe ser el norte de cualquier crianza.
Límites según la edad: del cuidado físico a la negociación
La especialista explica que los límites no son iguales a lo largo de la vida: se adaptan al desarrollo cognitivo y emocional del niño.
De 1 a 4/5 años: proteger para cuidar. En esta etapa los límites son mayormente físicos porque el niño aún no comprende el riesgo. “No necesariamente es un chirlo. Es darle firme la mano al cruzar la calle, tapar enchufes o evitar que agarre un cuchillo. El límite es cuidado”, afirma.
Edad escolar: enseñar conductas deseables. A medida que el niño crece, se puede apelar a explicaciones simples. Aparecen normas como bañarse, hacer la tarea, prestar un juguete, no mentir. “La clave es explicar por qué sí y por qué no, pero sin dar discursos eternos que el chico no puede procesar”, aclara Turkenkopf.
Adolescencia: diálogo y acuerdos. Con más capacidad de comprensión, el límite ya no se impone: se negocia. “Negociar no es claudicar. Es acordar desde la comprensión. A los 16 o 17 años prohibir por prohibir sólo genera mentira y violencia”, señala.
¿Límites o castigos?
El debate no es menor. Muchas veces se confunde límite con castigo. Sin embargo, Turkenkopf diferencia: “El límite tiene como objetivo el cuidado. El castigo, en cambio, suele ser una reacción emocional del adulto. El límite educa, el castigo intimida”.
Por eso, sostiene, el límite debe estar siempre asociado al amor y la contención, no a la amenaza ni a la humillación. “Si el chico entiende que el límite lo protege, lo acepta mejor y lo incorpora como herramienta para su vida”, agrega.
El rol de los padres: acompañar sin rendirse
Para la psicóloga, criar no es controlar: es estar presentes, acompañar procesos y sostener con firmeza los valores que queremos transmitir. “No siempre se consigue, pero lo importante es caminar hacia ese objetivo: que nuestros hijos salgan al mundo con criterio propio. Ese es el verdadero resultado de los límites bien puestos”, resume.
Fuente: Cadena3
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