La celebración de Navidad volvió a dejar en Las Breñas un fuerte debate social por el uso de pirotecnia ruidosa. En redes sociales se multiplicaron los mensajes de enojo, angustia y repudio por los efectos negativos que los estruendos provocaron en personas vulnerables y en animales, reavivando una discusión que se repite cada año.

Vecinos denunciaron perros desorientados, asustados y perdidos, mascotas que escaparon de sus hogares en estado de pánico y situaciones de gran estrés en barrios donde se produjeron detonaciones.

A estos reclamos se sumaron testimonios de familias con personas con trastorno del espectro autista, adultos mayores y personas enfermas, quienes relataron crisis de ansiedad, alteraciones emocionales y un fuerte deterioro del bienestar por la hipersensibilidad auditiva que provocan los ruidos extremos.

El planteo local se enlaza con una preocupación que atraviesa a todo el país. Especialistas y organismos de salud coinciden en que no existe pirotecnia segura. La Sociedad Argentina de Pediatría advierte que los accidentes no afectan solo a quien enciende el artefacto, ya que una parte importante de las personas lesionadas son simples espectadores. Además, una alta proporción de las víctimas son niños, niñas y adolescentes, el grupo que debería ser especialmente protegido durante las fiestas.

En Las Breñas, el enojo social también apuntó a un aspecto clave: el desconocimiento de ordenanzas vigentes y la falta de control sobre los comercios dedicados a la venta de pirotecnia sonora. Muchos vecinos cuestionaron la escasa fiscalización y la facilidad con la que se accede a productos que generan daños comprobados en la salud, el ambiente y la convivencia comunitaria.

Mientras en distintas partes del mundo y del país se avanza hacia festejos organizados, controlados o incluso con pirotecnia insonora, puede observarse que se evidencia falta de responsabilidad, empatía y compromiso colectivo. Para muchos vecinos, celebrar no debería implicar causar miedo, dolor ni poner en riesgo a otros.

El reclamo es claro y se repite con fuerza en cada publicación: festejar sí, pero no a costa de la salud, la tranquilidad y el respeto por quienes viven al lado.